Ilustración por Brady Izquierdo
El domingo 17 de mayo en los noticieros de la televisión cubana hubo espacio para muchas cosas: reportes sobre el día de los campesinos –así, en masculino, claro–, el de la diabetes y en el caso del dominical incluso invitaron al estudio a une especialista para dialogar sobre el Día Internacional de los Museos, que se celebra –lean bien– el 18 de mayo. ¡Hubo tiempo hasta para cerrar la emisión del mediodía con una canción de Virulo!
Sin embargo, en ninguna de las dos emisiones vi que se publicara ningún trabajo sobre el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia: ni una entrevista, ni una historia de vida, ni un comentario para hablar de lo mal que les va en Rusia con el tema, ni una nota políticamente correcta con imágenes de Internet para decir lo bien que nos va acá combatiendo la discriminación.
Después supe que en realidad en el noticiero de las ocho, ese que ahora dura una hora completa, el conductor Rodobaldo Hernández mencionó el tuit con el que el presidente Díaz-Canel Bermúdez saludó la fecha, en una nota de unos 40 segundos.
Juventud Rebelde, el único periódico nacional que circula los domingos, incluyó apenas un artículo a media página titulado De la Homofobia, ¡ni la sombra!, de la periodista Ana María Domínguez Cruz, que compartió espacio con el anuncio de retransmisión de la Mesa Redonda y la popular sección Acuse de recibo del periodista José Alejandro Rodríguez.
Reconozco que no sé qué sucedió en los espacios informativos radiales. Si tuviera que establecer una tendencia de acuerdo a lo que pasó en el resto de los medios de prensa nacionales, diría que allá tampoco debió haber mucho alboroto por el tema, pero esas son solo especulaciones.
Desde ese día me han llamado y escrito varies amigues para confirmar la omisión porque incluso para una audiencia que ya está acostumbrada a las barrabasadas del periodismo oficial/estatal cubano, este silencio sobre el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia fue sencillamente escandaloso.
No obstante hay que reconocer que el silencio en la prensa cubana sobre el 17M no fue absoluto pues durante la primera mitad del mes aparecieron varios trabajos sobre el tema enfocados en la Jornada Cubana contra la Homofobia y la Transfobia del Cenesex, que este año se realizó del 5 al 28 de mayo en redes sociales por el aislamiento físico impuesto por la pandemia.
¿Qué publicó la prensa escrita y televisiva nacional sobre el 17M durante este mes? ¿Cómo lo hizo? ¿Qué historias escogió? ¿Quiénes hablaron? Un primer análisis no es muy largo pero sí muy útil para comprender la manera en la que este sector se acerca –aunque a veces más parezca que se aleja– a la fecha y al tema en cuestión de las personas LGBTIQ+.
Hasta donde vi y encontré en Internet, además de los 40 segundos de Rodobaldo, en los noticieros nacionales de televisión se emitieron dos reportes: uno sobre el inicio de la Jornada y otro sobre el foro Constitución y derechos sexuales en Cuba: avances y principales desafíos, en Cubadebate. Estos videos se encuentran en la página de YouTube del Canal Caribe.
Además, Manuel Vázquez Seijido, subdirector del Cenesex, y Yamila González Ferrer, vicepresidenta de la Unión de Juristas de Cuba, participaron desde el estudio en la emisión del 14 de mayo de la revista matutina Buenos Días.
Hay varios elementos que caracterizan a estas tres emisiones: se trata de trabajos informativos, solo aparecen fuentes oficiales y en ninguna se muestran historias de vida por lo que la población en beneficio de la que se hace la Jornada en última instancia, no aparece representada.
Sin embargo lo que me parece más significativo es lo siguiente: entre las tres emisiones suman alrededor de 9.20 minutos y en todo ese tiempo no se mencionan ni una vez palabras como gay, lesbiana, trans o bisexual. Una esperaría que al menos se hablara de comunidad LGBT o sexo-género diversa, pero la realidad es que al igual que con la selección de las fuentes y las inexistentes historias de vida, el lenguaje que se usa comete el mismo acto de invisibilización que supuestamente combate.
Por no mencionar no se menciona ni el nombre del evento: en ninguno de los dos reportes que salieron por los noticieros las periodistas dicen el nombre completo de la Jornada, a la que se refieren como “evento” y hasta “jornada cubana”.
Solo en una ocasión se mencionó “parejas y familias homoafectivas”. Al parecer en Cuba basta con decir “derechos sexuales y reproductivos”, “orientación sexual”, “identidad de género”, para que la audiencia entienda que se habla de nosotres. Como resultado colateral esa conexión directa solo pueden hacerla a través de palabras con una connotación negativa como “homofobia” y “transfobia”.
Siento que quienes reportan tienen tanto miedo de que les regañen, de que les critiquen, de que les confundan o les interesa tan poco el tema que le asignaron quizás en alguna aburrida reunión sobre el plan del mes, que terminan haciendo unas notas que no dicen absolutamente nada y solo sirven para que quienes quieren ver el asunto en los medios no puedan decir que no estuvo y quienes se oponen a los derechos de las personas LGBTIQ+ no se ofendan. Si para colmo les especialistas tampoco hablan con claridad pues no hay mucho que hacer.
En cada periódico nacional –entre sus versiones impresas y digitales– apareció al menos un artículo sobre el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, por lo que el escenario es un poco mejor. Incluso, aunque el contenido de la mayoría de estos textos al cabo de trece Jornadas del Cenesex sobre el tema me sigue pareciendo tibio y convenientemente ambiguo, hay alguno que se acerca de manera más frontal a los derechos de las familias y las personas LGBTIQ+.
Es el caso del artículo Familias cubanas: diversidad respetada, publicado el 12 de mayo en Juventud Rebelde, donde la periodista Ana María Domínguez Cruz a partir de algunas ideas expresadas por moderadoras del foro-debate Deconstruyendo mitos entorno a las familias y las parejas homoafectivas en la plataforma EntreDiversidades, cuestiona estereotipos como la existencia de un modelo único de familia o la incapacidad de madres y padres LGBTIQ+ para construir un hogar feliz y saludable para sus hijes.
El diario publicó otros dos textos sobre los objetivos y las actividades de la Jornada: Claridad ideológica en la lucha contra la homofobia, de la misma periodista, y Una jornada virtual contra la Homofobia y la Transfobia, de Mileyda Menéndez Dávila, ambos desde una perspectiva informativa.
Trabajadores sacó un trabajo del periodista Francisco Rodríguez Cruz el 15 de mayo sobre el Día Internacional de las Familias, Unir y nunca discriminar, en el que insiste en la importancia de la Jornada del Cenesex como una herramienta para “superar viejos motivos de desunión por los prejuicios y las incomprensiones alrededor de la orientación sexual y la identidad de género”.
Granma, por su parte, publicó una extensa reflexión de la directora del Centro Nacional de Educación Sexual, Mariela Castro, bajo el título Cuba: derechos sexuales y emancipación, donde expone, como ya ha hecho otras muchas veces, su visión de cómo el gobierno cubano ha avanzado en materia de derechos sexuales, la historia del Cenesex y, finalmente, algunos elementos imprescindibles, en su criterio, sobre las Jornadas Cubanas contra la Homofobia y la Transfobia.
En el espacio digital hubo algunas páginas que mencionaron tímidamente las actividades por el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia, entre ellas Cubasí y el sitio de la Agencia Cubana de Noticias (ACN) y Prensa Latina. Destacó Cubadebate, que replicó el artículo de Mariela y alojó uno de los foros de la Jornada.
Aunque en el caso de la prensa escrita hubo atisbos de opinión, estilo en el que insisto por su capacidad para dialogar y promover un cambio de conciencia en la audiencia, tampoco se citó más fuentes que las institucionales, no se mostraron historias de vida o testimonios aunque fuera positivos de personas con sexualidades o identidades no hegemónicas y se mantuvo esa tendencia de hablar de las personas LGBTIQ+ sin apenas nombrarnos.
Llegado este punto, mi principal preocupación con respecto a la cobertura que realizan los medios de prensa oficiales no tiene que ver tanto con la cantidad sino con la calidad de los contenidos que publican, pero ese es un problema que como todes sabemos rebasa las fronteras de esta temática en particular. Quienes hemos trabajado en esos espacios sabemos que son estructuras oxidadas, llenas de dirigentes –internxs y externxs– que se resisten al cambio, devoradoras de gente que llega con ideas nuevas, a las que presionan hasta que se ajustan o se marchan.
Personalmente, luego de trabajar dos años como parte del grupo de comunicación en la Jornada del Cenesex sé que llegar a los medios de prensa es una carrera con obstáculos. En realidad el centro no cuenta con ningún recurso para presionarlos que no sea esa “voluntad política del Partido y el Estado en materia de derecho humanos” que invocan sus funcionaries como un salvoconducto pero que en realidad solo funciona si se combina con la sensibilidad particular de algunes periodistas.
Me imagino que este año, en medio de la pandemia y las condiciones de distanciamiento social, la presión para que los medios publicaran sobre los temas de la Jornada debió ser mucho menor, a pesar de que precisamente este año era más necesario que nunca porque todas las actividades se movieron de sus espacios tradicionales hacia el digital.
La televisión pudo transmitir algunos de los intercambios entre activistas o la conferencia de Mariela, como hicieron con varias de las actividades de las Romerías de Mayo y algunos conciertos desde casa, que sin dudas hacen la cuarentena un poco más entretenida pero que no responden a la urgencia educativa que tiene este país en materia de derechos humanos, ni contribuyen a elevar la calidad de vida de una población que sigue siendo discriminada en Cuba social y estructuralmente.
Mi propuesta nunca será que un contenido desplace a otro de los medios, sino que coexistan y que todo el mundo tenga su espacio dentro de esa realidad que refleja y construye el periodismo.
No solo es una cuestión de temas:
– ¿hasta cuándo la única voz que aparecerá en los medios cubanos oficiales cuando se habla de derechos sexuales y personas LGBTIQ+ será la del Cenesex y las instituciones que colaboran con el centro?
– ¿qué pasa con quienes trabajamos el tema todo el año, desde nuestras comunidades?
– ¿qué sucede con el activismo que se hace fuera de la institución y sus redes sociales comunitarias?
– ¿dónde están las historias que el Cenesex, el Partido o cualquiera de las instituciones del Estado no conoce o no avala, como si tuviera el derecho de anular o desparecer una realidad?
– ¿hasta cuándo las instituciones y les especialistas que pueden aportar datos sobre estas temáticas seguirán cerradas al periodismo independiente, hecho por ciudadanes de este país, con derecho a la información que en él se genera?
Por fortuna, a veces aparecen experiencias reconfortantes como la de Alma Mater, la revista de les universitaries, que lanzó una convocatoria sobre historias LGBTIQ+ en mayo o Somos Jóvenes, que ha publicado ya varios textos sobre estos temas.
El 17M sí existió en los medios oficiales cubanos, pero debió existir mejor, sobre todo en estos momentos. Esa manera tan general de hablar sobre nosotres, impide que la gente nos ponga un rostro, nos visualice en un escenario real, con necesidades que, sin dudas, responden a nociones abstractas como la justicia, la dignidad y el bienestar, pero que se traducen en urgencias muy concretas: derecho a expresar nuestras identidades sin que nos boten del trabajo o de la escuela, derecho a casarnos, derecho a tener hijes.
Mayo pudo convertirse en una mejor oportunidad para reflexionar desde el periodismo sobre una realidad conflictiva en el país y promover el respeto hacia las personas LGBTIQ+, cuyos derechos, contra toda lógica, serán sometidos a referendo para que un pueblo, que en mi opinión no ha sido suficientemente educado ni sensibilizado sobre el tema, los vote.
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