Por Derbis Campos Hernández
¿Por qué elegimos camuflar nuestros deseos y emociones ante la mirada de otros, por qué el temor a mostrarnos como nosotros mismos, de ser sinceros con nuestras apetencias sin posponer el fugaz instinto que a milímetros de escapar de nuestros labios, de desbordar el límite físico de nuestros sentidos, se regurgita nuevamente hacia el fondo de un laberinto intrincado de emociones contenidas?


La necesidad imperiosa de cubrir nuestro cuerpo con un velo escénico quizás sea a su vez el mecanismo ininteligible que toman algunos, los más discretos, los más aparentemente puritanos, como posición de ventaja ante sus presas; bestias que ocultan un fuego contenido, maestros de la paciencia y el control.

La transformación de lo bello y delicado se materializa en un contenedor centelleante de los instintos más primarios, listos a sofocar a su presa.

La delicadeza de una combinación de pétalos, pistilos, cálices y hojas conlleva a la creación de un destello de belleza que extirpa la real epidermis para crear una Segunda Piel, una cobertura hermosa que fulgura y a su vez oculta la verdadera pretensión, una maniobra de invisibilidad explícita que atrapa a toda presa por más escéptica que sea.

Inocente ramillete floral que esconde el apetito carnal, una propuesta donde la aparente fragilidad e inocencia da paso al desborde egoísta de la satisfacción más íntima.

Intensidad de luces, colores y formas que hacen a estos elementos vegetativos cómplices de la seducción al espectador-presa, trastocando la realidad del cuerpo, ocultándola, manteniéndola en secreto que es a su vez la fuente de una sed desmedida de deseo.

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Para disfrutar más obras de este artista puede visitar su página https://derbiscamposphoto.wordpress.com
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