Por Lisandra Puentes Valladares
“Soy feliz cuando otras personas aman a quien yo amo”. He comenzado esta nota por el final, porque esta frase de Oliver, más que un resumen de la charla-taller que ofrecieron Krudxs Cubensi este lunes 10 de febrero en el estudio La Marca, de la Habana Vieja, es una invitación a repensar cómo sentimos y expresamos eso que algunxs llaman “amor”.
La calidez del espacio, la cordialidad de lxs anfitrionxs y la manera en que comunican sus vivencias propició un ambiente inclusivo para quienes asistieron dispuestxs a abrir la mente, entender y (des)aprender.
“Lo más libre que tenemos es nuestro pensamiento y nuestras fantasías eróticas. Ahí, donde no puedes controlar, te vas a dar cuenta de quiénes te visitan, y no será generalmente una sola persona. –dice Oliver y agrega– “Cuando hablamos con nuestras parejas o con les demás todes somos actrices, pero donde están nuestros pensamientos, sentimientos y fantasías, ahí no podemos engañarnos a nosotrxs mismxs”.
Sean sincerxs, nadie más lo sabrá: ¿Tienen una sola persona en sus fantasías eróticas? Si la respuesta es “no”, entonces el poliafecto no parece de otro mundo. Habrá que leer y vivir mucho para entenderlo y asumirlo, pero al menos este encuentro de casi dos horas con lxs Krudxs puede ser un buen comienzo.
Quienes desconocemos de qué va el poliamor o el poliafecto, como prefiere llamarlo Odaymar, lo asociamos con la promiscuidad, el sexo y las orgías; sin embargo, según ellx, “existen muchas relaciones poliafectivas que nada tienen que ver con sexo”.
“Cuando hablo de poliafecto me refiero a cómo crecer tu amor, tu afecto, por personas que conectan de alguna manera. Hay personas que te gustan para salir, ir a bailar o ir al cine; hay personas que te gustan para hablar de tus locuras, tu filosofía. Eso es poliafecto”, explica Odaymar, y reconoce que es un proceso duro que no se da de un día para otro.
El poliafecto se plantea entonces como un camino posible ante el dolor y la frustración que nos produce saber que nuestra pareja se relaciona con otras personas. “Lo que queremos con esta plática es que no haya en la relación necesidad de engaño, traición — comenta Odaymar―. Estamos hablando de comunicación, transparencia, ir por delante, enfrentar los miedos que tenemos de decirle a nuestro vínculo: yo estoy en esta talla, yo soy así y yo vibro con otras personas, ¿cómo vamos a hacer?”
No obstante, aclara, con esa manera de hablar tan suya: “Es mi cuerpo, yo te lo digo porque tenemos una talla, somos homies, pero no tengo que decírtelo. Si te lo digo y me haces oposición al primer momento, yo voy a tratar de seguírtelo diciendo porque quiero vibrar con esa persona y también quiero vibrar contigo. (…) No necesito escoger. Te lo estoy comunicando para que lo sepas y es tu trabajo entenderlo, entenderlo y entenderlo”.
Crear una comunidad poliafectiva es también una forma de rodearse de personas que pueden estar a tu lado en momentos difíciles. “Hablamos un poquito de cuidados entre nosotrxs. Muchxs de nosotrxs nos sentimos muy solxs, porque nuestras familias sanguíneas no están. Tenemos muchas soledades. ¿Y quiénes estarían ahí? Nuestras familias afectivas, elegidas; nuestrxs amantes, amores, amigues, novixs, amigues con beneficios, como nos queramos llamar. No estamos educados para hacer eso. Estamos educados para dar amor a la familia sanguínea, a la pareja ¡y ya! Todo lo demás es secundario. Hay refranes populares que hablan de que solo puedes ser familia con la gente de tu casa”, comenta Oliver.
¿De dónde vienen el matrimonio, la monogamia, la relación de dos? Esta es una pregunta clave para entender por qué, más que una opción que hemos elegido, se trata de una imposición.
Al decir de Oliver, “El ser humano se ha acostumbrado a dar como sagrado lo que ha sido obligatorio, impuesto, lo que ha sido lo peor. No es tu tradición, no son tus costumbres, te han obligado. Es en beneficio de los Estados para producir más trabajadores. Quieren heterosexualidad, quieren monogamia, porque necesitan que la gente esté produciendo para sus sistemas”.
“Tenemos que saber, los que estamos aquí abajo: yo no tengo necesidad de eso. Y tengo que vestirme, y tengo que aprender un idioma, y actuar o pretender que estoy civilizado; pero en tu corazón, en tu cama, en tu cerebro, en tus fantasías eróticas, que no se meta el Estado, que no se metan los sistemas, que no se metan los que han creado esos mecanismos horrorosos para oprimir a las personas”, agrega.

Según Odaymar y Oliver, debemos replantearnos el sentimiento de posesión que se apropia de nosotrxs cuando conocemos a una persona y comenzamos una relación. Esa persona no es nuestra, aunque tengamos un vínculo de muchos años. Entender esto, pero entenderlo en serio, es el gran reto.
“Estamos enfermxs de celos, de control. Eso cada día hay que chequearlo y decir: ¡hoy no! Pero solo podemos hacerlo en la medida en que entendemos de qué se trata. (…) Cuando yo los siento, les hablo: bitch, sal de mi cuerpo”, bromea Odaymar.
Los celos, según estxs activistas, se asocian a la falta de seguridad, problemas de autoestima, control e incluso sentimientos como la envidia. “Si tienes un vínculo poliamorosamente feliz y tú con tus celos estás rejodiéndole la vida para que esa felicidad no sea planteada, eso es inseguridad y al mismo tiempo envidia”, plantea Odaymar. “Cuando tu vínculo va a verse con otras personas, sal, distráete, habla con tus amigues. Cuando uno se une con otra persona cierra todo lo que tenía alrededor y eso es un error. Las parejas, o los vínculos, van y vienen, las amistades están ahí”.
“Los celos matan todo el tiempo — agrega Oliver―. Todos los días hay personas asesinadas por celos, sentido de propiedad. Esto es peligroso y es un tema de emergencia humana. Hay niveles de estadísticas muy alarmantes. La gente tiene que saber que no puede matar por celos”.
Contrario a ese sentimiento, Odaymar habla de “compersión”, que es lo que sientes “cuando estás feliz de que el vínculo que tienes es feliz”, dice. “Es algo lindo que se practica a todos los niveles ―agrega Oliver―, porque se practica a nivel social también. Por ejemplo, ¿por qué no alegrarnos de la alegría de les demás?”.
De cada uno de estos tópicos y de otros, se habló mucho, pero mucho, en la tarde del lunes en La Marca, donde también lxs asistentes comentaron sus experiencias y plantearon sus dudas. Espero que este sea un punto de partida para motivarnos a buscar información, conversar con personas poliamorosas sobre sus experiencias y tal vez, si somos lo suficiente osadxs, probar.
Quiero cerrar como empecé, con la reflexión de Oliver que, para mí, resume lindamente su filosofía: “Que estés feliz y positivx en ti, transmite felicidad y positividad en les otres, sea en una, en dos o en tres relaciones que tengas. (…) Amo lo que haces, con quien sea que lo hagas, y respeto, aprecio tu existencia en su totalidad; y más que nada: soy feliz cuando otras personas aman a quien yo amo”.
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