El carné de Pauli ya dice MADRE Y MADRE

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Fotos por Claudio Peláez Sordo

Desde el mes de marzo, Paulo es el primer y único ciudadano cubano que tiene un carné de identidad donde dice “madre y madre” en lugar de “madre y padre”. Este paso cierra un largo proceso de más de tres años en el que sus madres han tenido que enfrentarse tanto a la burocracia como a la sorpresa del personal de las diferentes instituciones a las que han recurrido.

Recordemos que en junio de 2020, Hope Bastian y Dachely Valdés Moreno –ciudadanas estadounidense y cubana respectivamente– lograron que el Ministerio de Justicia emitiera una certificación de nacimiento que las reconocía a las dos como madres de Paulo, quien nació en la Florida gracias al servicio de reproducción asistida al que no pudieron acceder en Cuba.

La noticia llegó en medio de la espera por conocer lo que traerá el nuevo Código de las Familias, con el que nuestra comunidad espera ver asegurados varios de los reclamos más importantes en materia de derechos humanos tales como el matrimonio para todas las personas y el acceso a diferentes modalidades de reproducción.

Esta familia se ha convertido en un referente importante para muchas personas LGBTIQ+ en el país, quienes sin conocerle personalmente sienten un cariño inmenso por Pauli y admiración por sus dos madres, que poco a poco, con una dulzura y una resistencia bien particular, han trazado un camino que al principio parecía imposible.

Dachely además ha combinado su formación como psicóloga, su perspicaz sentido del humor, su vocación como activista por los derechos sexuales y el acceso a las redes sociales, para sensibilizar y educar a un público que cada vez es más grande. Recientemente, además, lanzó junto con el resto de un equipo de mujeres, la campaña Ahora Sí, que ha llegado a numerosas ciudades de Cuba con un mensaje de amor y respeto hacia la personas con identidades sexuales y de género no cis-heteronormadas.

Con ella quisimos conversar sobre lo que significa que ya en Cuba exista una persona cuyo documento de identificación reconoce claramente a una familia conformada por dos mujeres. También conversamos sobre sus objetivos al hacer público este proceso, y le preguntamos sobre cuáles son, en su criterio, algunos de los retos más importantes que tenemos por delante.

¿Qué significa que Pauli sea ciudadano cubano y tenga un carné donde aparecen dos madres?

Que hay esperanzas. Estamos acostumbrados a las oficialidades. Somos un país de resoluciones, mesas redondas, Gacetas de Cuba, lo que no esté ahí, existe desde los afectos, pero no se valida. He perdido la cuenta de cuántas veces he escuchado otras batallas que son contadas desde la razón y terminan siendo aplastadas por resoluciones atrasadas que no reconocen y modifican sus directrices acorde a la realidad que las mira.

Es terrible, pero sueño con tener la tarjeta de menor de Pauli como un arma secreta en el monedero para si alguien, alguna vez, en algún trámite oscuro, duda de mi maternidad, sacarlo rápidamente y decirle sonriendo: “¡Anjá!” Probablemente en Cuba más nadie sueña eso y ojalá que yo siga siendo la única porque pronto será un trámite lo normal de engorroso para todo el mundo y no una excepcionalidad.

Y no me hace más ni menos ese documento a mí, ni a mi amor por mi hijo, ni a nuestro concepto de familia y su integridad, pero es algo contra lo que nadie puede pelear porque lo ha dicho el estado cubano. Para muchas personas es una verdad. Para nosotras es reconocimiento y sobre todo protección legal, amparo.

Creo que va a significar protección legal y la puerta abierta a que muchas más familias puedan hacer realidad su sueño de sentirse protegidas, con sus derechos garantizados y reconocidas en su totalidad. El estado cubano ha dicho “aquella no lo dio a luz, y es también su madre”. Lo ha dicho para nosotras y lo dirá para las demás. Mi hijo tiene todos los derechos por ser mi hijo y nosotras, como sus madres, también.

¿Cómo ha sido esta última parte del proceso?

Extraña. Yo tuve que leer la Constitución para obtener el certificado de nacimiento de Pauli emitido por el Ministerio de Justicia en el que figurábamos ambas como madres, sobre todo los artículos referidos al derecho a formar familia y a la no discriminación; pensé que esas lecturas serían suficiente para finalizar el proceso de ciudanía, pero no fue así. Al contrario, tuve que retomar las averiguaciones, esta vez sobre la Ley de Ciudadanía.

Esta última parte ha tenido mucha carga de ansiedad: cuando sabes que va a ser que sí pero no cuándo ni cómo.

Mi hijo llevaba casi dos años ya con un estatus legal incierto. Hubo un momento en que me acerqué a las oficinas de inmigración y extranjería indagando por el tiempo de espera y nadie podía decirme nada, no me daban información concreta, solo que tenía que esperar. Cuando vi que el término legal para recibir una respuesta había culminado y casi doblaba el plazo, empecé a buscar opciones como enviar cartas, correos, alguna forma de accionar para que yo no pasara el tiempo esperando sin hacer nada. La inacción y la incapacidad para lograr algo me tenían molesta.

Entonces busqué el correo electrónico de la Presidencia de Cuba y les escribí. Busqué la sección de la página web de la Fiscalía General de la República y les escribí. Pregunté por qué había pasado el tiempo reglamentario y yo no tenía respuesta. ¿Qué herramientas tenía yo, a dónde podía ir como ciudadana cuando las instancias que debían darme respuesta no me daban ninguna?

Por último, escribí una carta al Jefe Nacional de Inmigración y Extranjería y la entregué con copia a la Federación de Mujeres Cubanas. Poco tiempo después me citaron y me dijeron que sí, que mi hijo tenía aprobada la ciudadanía. Dos días después de que mi hijo cumpliera dos años llegó la resolución que le daba su ciudadanía cubana. Al día siguiente fuimos y solicitamos su tarjeta de menor y hoy ya la tiene. Donde dice madre, dice Dachely y donde dice madre, dice Hope.

¿ Qué significa este paso para ustedes como familia?

La certeza de que tenemos los mismos derechos que el resto de las familias. Los asuntos legales no tienen peso en el amor que nos tenemos y sobre el que construimos todo, no cambian cómo nos percibimos pero sí cómo nos perciben muchas otras personas que están anquilosados en definiciones estáticas, que sienten que necesitan permisos externos para validar el amor de los demás.

Las leyes son importantes para cambiar imaginarios, para catalizar la asunción de las nuevas realidades sociales por determinados sectores conservadores y apáticos. Las leyes brindan protección, amparo, bienestar emocional. Nosotras decidimos casarnos porque siempre hemos sido muy prácticas y queríamos dejar cubiertas todas las posibles eventualidades que surgieran, dentro de un marco de protección para la hija o el hijo que soñábamos en ese momento.

Si las leyes te ignoran o te desconocen hay muchas situaciones que terminan haciéndote vulnerable como individuo y como familia. Lamentablemente, muchas veces solo somos conscientes de ello cuando ya nos están sucediendo. El deber de un Estado es proteger a sus ciudadanos y el documento de identidad de mi hijo en este momento, hasta que se apruebe el Código de las Familias, es nuestra tarjeta de garantía, seguridad y protección.

¿Qué connotación tiene para la comunidad cuir en Cuba y nuestros derechos?

Quizás habría que preguntarle a alguien de la comunidad que no seamos nosotras mismas. Yo quiero creer que significa que pueden usar los artículos constitucionales que nos protegen para hacer valer los derechos, eso depende de nosotros. Que se entienda que la Carta Magna lidera y rige aun cuando las leyes hacia el interior de ella no se hayan escrito todavía. Que no hay que esperar nada, hay que hacer. Que es posible, pero que los derechos no vendrán solos, al menos ahora. Significa que aunque estén ahí, escritos, hay que pujar por ellos, hay que recordarle al Estado que existimos y que no nos vamos a cansar de recordárselo hasta que no haya que decirlo más.

Que un caso como el nuestro haya tocado las puertas de las legislaciones y que se haya legislado como único se podía, a favor de los derechos, abre el camino para que cuando las próximas familias lo hagan, ya no haya que replantearse de nuevo si es correcto o no, no haya que comenzar a pensar si es justo.

El dictamen mediante el cual se reconoció nuestra doble maternidad es resultado de una reunión de registradores civiles, de juristas, de ministerio, de cabezas pensantes que ya no tendrán que reunirse de nuevo para decidir. Esa reunión es la misma tanto para mi familia como para todas las que son como la mía y ya está hecha. Paso avanzado y cerrado. Las peleas que son justas se echan y, con paciencia, se ganan. Se ganan.

Sin dudas ustedes están abriendo el camino para este tipo de familias en Cuba.

La primera vez que alguien no sabe cómo resolver algo, duda, tantea, investiga, pregunta, si eres una persona con estrategias y medios para hacerlo. Si encuentras una solución viable, justa y económica, la asumes como aprendizaje y la replicas cada vez que el mismo problema se te vuelva a presentar. Así cuando esa situación problémica se cruce de nuevo en tu camino, la solución que apliques no va a requerir que vuelvas a invertir la misma cantidad de tiempo y recursos en llegar a la resolución porque el camino necesario para hacerlo ya lo habrás recorrido. La aplicación de la solución será inmediata.

En esa analogía operativa es en la que me gusta pensar cuando repaso mentalmente lo que logramos hacer. La próxima familia homoafectiva que toque las puertas de un registrador civil, que entregue una petición al Ministerio de Justicia, tendrá un precedente. No será la primera vez que esos organismos lidien con lo que resultó ser un dilema.

El dictamen probablemente pase a ser uno de esos documentos y planillas que están en una gaveta listos para aplicarse en el caso de dos mamás o dos papás que soliciten su reconocimiento. La funcionaria les dirá, “denme sus carnés de identidad, cojan este papelito por favor, se me sientan en aquella silla y me llenan el modelito a continuación que ahora les llamamos”, así de sencillo.

¿Por qué decidieron conscientemente que todo este proceso fuera público?

Porque entendíamos la fuerza que tiene una historia de vida para dar esperanzas. Porque sabíamos que cuando Cuba dijera “ella no lo dio a luz pero también es su mamá” estaría finalmente cumpliendo con su Carta Magna, sin esperar a ese Código de las Familias que demoraría dos años, poniendo en pausa la vida de las personas y haciendo desistir a otras de esos planes de vida que casi habían tocado cuando el artículo 68, que desapareció de la versión final de la Constitución refrendada.

Porque yo hubiera querido ver cuando estaba creciendo una historia como la mía, aunque no tuviera ni conciencia de mi bisexualidad. Hubiera querido ver muchas historias como la mía en la televisión, en mi escuela, en las calles. Sé que le hubiera dado el empujón que muchos necesitaban para ser un poco más felices. Sé que hubiera sido un mejor país. Mi historia de bisexualidad es alegre, tiene anécdotas que no tienen que ver con el dolor y yo quiero contribuir a que, a partir de ahora, en lo que pueda, esas sean las historias que podamos contar.

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