Festival de Teatro Rosa pinta Matanzas de #Orgullo

La señora de casi 70 años va de una foto a la otra, como jugando a encontrar las siete diferencias, mientras que un muchacho en tacones le explica que la joven vestida de quinceañera en el primer retrato es en efecto la misma mujer que en la segunda imagen lleva el pelo corto, las manos en los bolsillos y eleva la barbilla con una gestualidad tan desafiante como tradicionalmente masculina.

– ¿Le parece raro?- pregunta el anfitrión.

– ¡No niño! ¡Cada cual que viva su vida como le haga más feliz!- responde.

Fuera del pequeño salón donde está montada la expo, un artista se trasviste bajo la mirada de todes para encarnar al personaje que representa los fines de semana en Las Ruinas, una joven vestida de mozo se retoca el bigote antes de brindarle al público otra ronda de tragos y dos estatuas vivientes recrean una escena romántica de dos novias del siglo pasado.

Matanzas no es una ciudad particularmente abierta a las diversidades sexuales y de género, la gente nota que eres LGBTIQ+ y te hace saber que lo nota, como en cualquier otro lugar del país.

Las personas miran con fijeza a dos hombres de la mano por la calle, cuestionan a una mujer lesbiana que se proyecta más “fuerte” de lo permisible y solo existe un espacio, oscuro y periférico, para que la comunidad se divierta libremente, sin rechazo.

En ese mismo contexto, no obstante, se gestó el Festival de Teatro Rosa, una celebración que transcurre en la ciudad cada mes de mayo desde el año 2016 y que se ha convertido en un valioso escenario de sensibilización y activismo social.

Durante estos años el evento, que organizan el Grupo Teatral El Mirón Cubano, la organización Abriendo Brechas de Colores (ABC) y la Iglesia de la Comunidad Metropolitana, en colaboración con el Consejo Provincial de las Artes Escénicas y la Dirección Provincial de Cultura, se ha propuesto promover el respeto de los derechos humanos de las personas con identidades sexuales y de género no hegemónicos mediante expresiones artísticas que celebren la diversidad sexual interpelando los discursos dominantes.

Rocío Rodríguez, directora de El Mirón, trajo la idea a Cuba luego de compartir con quienes organizan un festival con el mismo nombre en Colombia y para materializar esa idea convocó a ABC, un proyecto con el que ya había trabajado varias veces en la celebración del Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia en la provincia

En cada edición del evento se han combinado obras de disímiles expresiones artísticas como el performance, la danza, la fotografía, el transformismo y la música sobre temáticas igualmente diversas como el homoerotismo en las artes plásticas, la prostitución masculina y los estereotipos de género que atraviesan a los propios colectivos LGBTIQ+.

Tertulia Verso Libre con la poetisa pinareña Linda Gilsa Blanco / Foto: ABC

Este año hubo por primera vez un lugar para la literatura con la Tertulia Verso Libre en el que estuvo como invitada la escritora pinareña Linda Gilsa Blanco, quien además de sus poemas compartió con el público sobre su vida y el sentido de su obra en la que se expresan todas las dimensiones de su identidad como mujer negra cubana y lesbiana.

El programa de esta cuarta edición incluyó también las exposiciones fotográficas “Alma Azul”, de Liam Duran Cardona, y “De ritos y otras historias”, de Yanahara Mauri Villarreal sobre identidades transgénero, junto a la exhibición de una selección de carteles de la campaña internacional “No soy tu chiste”, del artivista venezolano Daniel Arzola.

Otro espacio que se sumó fue el del cine, con proyecciones en el Cine Velasco de las películas “Soy gay y musulmán”, del director Chris Belloni y “Primavera Rosa en México”, de Mario de la Torre, gracias a “De la Rambla al Malecón — Festival por la Diversidad” que llegó por primera vez a Matanzas.

La sección teórica convocó al jurista Manuel Vázquez Seijido, subdirector del Cenesex, quien promovió un debate alrededor de la conferencia “Sexualidades y derechos: hacia una reflexión que nos comprometa”, sobre temas como el proceso de reforma constitucional, el avance de los derechos de los colectivos LGBTIQ+ en Cuba y el próximo proceso de transformación del Código de Familia.

Performance “Stop” del Grupo Noria de Matanzas.

También destacaron la Celebración Inclusiva en la Iglesia de la Comunidad Metropolitana a la que se sumaron las personas del barrio, un intento de concierto de Los Locos Tristes que la lluvia de mayo bendijo pero detuvo, y un performance estremecedor del Grupo Noria sobre violencia hacia la comunidad trans.

Según la artista y activista Linda Gilsa Blanco, un Festival como este es importante no solo para las personas LGBTIQ+ sino para el público en general porque es una gran acción de sensibilización y visibilidad a la vez que permite la creación de alianzas dentro y fuera de nuestra comunidad.

El equipo de coordinación reconoce que el proceso de selección de las obras de teatro tiene que ser más agudo porque no basta con que una representación trate el tema de la diversidad o tenga personajes LGBTIQ+, como sucedió este año con “En esta obra nadie llora” de la compañía Polizonte Teatro de Pinar del Río, sino que es preciso que lo aborde correctamente y sin prejuicios velados, para que se convierta en un verdadero catalizador del cambio de conciencia.

Celebración Inclusiva en la Iglesia de la Comunidad Metropolitana, donde participaron, entre otres, el transformista Ihasmani Leal, en el personaje de Liudmilita, y la artista Yanahara Mauri con la expo “Consolez vouz”. / Foto: ABC

Por su parte Yadiel Cepero, activista social y residente de un municipio de Matanzas, considera que la convocatoria tiene que lanzarse con más tiempo para que la asistencia –y por tanto el impacto del evento- sea mucho mayor, así como que resulta imprescindible extender las actividades hasta zonas periféricas de la ciudad y de la provincia, e incluir en el programa más espacios de debate sobre temáticas ineludibles para el avance de los derechos sexuales y humanos en Cuba.

Después de cuatro años de Festival de Teatro Rosa, tanto las personas que lo organizan como les artistas y el público coinciden en que es un espacio necesario de educación pero sobre todo de empoderamiento y libertad, al que deberá parecerse cada vez más nuestra sociedad.

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