FMC: ¡que la revolución continúe!

Foto de portada tomada del semanario 5 de Septiembre

Ninguna otra organización de masas ha impulsado tanto el avance de los derechos de las personas con orientaciones e identidades sexuales no hegemónicas en Cuba, a veces incluso sin proponérselo entre sus objetivos principales, como la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).

Para nuestros colectivos, el trabajo de esta organización ha sido definitivo, o al menos lo fue durante las primeras décadas de la Cuba post-1959 en las que introdujo temas como los derechos sexuales, la equidad de género y la salud sexual y reproductiva por primera vez en el debate popular.

Aunque su perspectiva se enfocaba en la realidad de las mujeres cis-heterosexuales, la fuerza que le dio la FMC a estas temáticas sirvió para introducir nociones claves en el proceso de deconstrucción social de concepciones opresivas y machistas que afectaban también la vida de las personas con sexualidades e identidades no hegemónicas.

En el año 1972 impulsó la creación del Grupo Nacional de Trabajo de Educación Sexual (GNTES), que tuvo la responsabilidad de diseñar y coordinar la instrumentación de un programa nacional de educación sexual.

Por iniciativa de la Federación y el GNTES, en 1979 comenzó la atención institucional a la transexualidad y en el año 1988 ambas instancias gestionaron y acompañaron la primera cirugía de readecuación genital a una mujer trans en el país, según explica Mariela Castro en el artículo La educación sexual como política de Estado en Cuba, desde 1959, publicado en el número 45 de la revista Sexología y Sociedad.

Diecisiete años después de su fundación, el grupo GNTES pasó a ser el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), única entidad estatal cubana que como parte de su labor se ocupa de la promoción de los derechos de las personas LGBTIQ+ y la sensibilización –social e institucional– sobre estos temas.

No obstante, ha pasado mucho tiempo desde que Fidel considerara a la FMC una “revolución dentro de la Revolución” y aunque mantiene el objetivo de desarrollar políticas y programas encaminados a lograr el pleno ejercicio de igualdad de la mujer en todos los ámbitos y niveles de la sociedad, considero que ha perdido parte considerable de su legitimidad como un frente generador de transformaciones sociales.

No recuerdo si leí en algún lugar de Facebook o alguien me comentó que en las imágenes del noticiero sobre el X Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas le hubiera encantado ver entre esa multitud pelos azules o verdes, unos cuantos tatuajes, piercings… cualquier cosa que rompiera con aquella visión de mujeres casi idénticas.

Entiendo que ninguna de esas marcas estéticas es señal necesariamente de un pensamiento social y político creativo, pero coincido en que desde hace mucho tiempo la FMC necesita un aliento de renovación y diversidad tanto en sus filas como en su trabajo.

“Con relación a las mujeres con orientaciones sexuales e identidades de género no hegemónicas, la organización tiene hoy varias deudas, que solo podrá saldar si comienza por reconocer las limitaciones del propio concepto de mujer y hasta de familia que ha manejado hasta el momento”. / Foto tomada de Radio Progreso

Teresa de Jesús Fernández, coordinadora nacional de la Red de Mujeres Lesbianas y Bisexuales, asegura que la FMC tiene una deuda con las mujeres lesbianas porque todavía se lamentan de que no en todos los municipios, provincias y delegaciones es receptiva con su realidad ni la de las mujeres transexuales.

Según la activista, muchas veces las mujeres lesbianas acuden a la Federación para implicarse, para que se conozcan sus realidades y no encuentran las respuestas o el apoyo que están buscando.

“Esta organización debe ser para todas las mujeres de este país, porque todas las mujeres cubanas a partir de los 14 años pertenecen a la FMC y, por ende, esperan que la Federación se preocupe por ser inclusiva y con un concepto de justicia social que ponga apuntes sobre esas vulneraciones de derechos que se cometen continuamente”, afirma.

Con relación a las mujeres con orientaciones sexuales e identidades de género no hegemónicas, la organización tiene hoy varias deudas, que solo podrá saldar si comienza por reconocer las limitaciones del propio concepto de mujer y hasta de familia que ha manejado hasta el momento, para lo cual le sería útil apoyarse más en las teorías feministas y queer.

Necesitamos una FMC que promueva con más énfasis la perspectiva de género dentro del sistema de educación para detener la reproducción de esquemas sexistas que siguen dibujando a las mujeres como delicadas, heterosexuales y madres.

Es preciso que trascienda el contenido de los cursos que organiza para las federadas, que en realidad ni siquiera desmarcan a las mujeres de los roles que se nos han asignado históricamente: maquillaje, peluquería, manicura, secretaria ejecutiva, el buen vestir, entre otros en los que, de vez en cuando, se cuela alguno sobre violencia intrafamiliar o igualdad de género.

La FMC tiene la responsabilidad de reconocer el rol y las necesidades de las mujeres no solo dentro de las familias heterosexuales, sino también dentro de los hogares conformados por personas LGBTIQ+. También tiene la obligación de impulsar cualquier política pública que nos coloque a todas en el mismo estado de derechos, como el matrimonio igualitario y el acceso a la reproducción asistida, sobre todo en un contexto donde el fundamentalismo cristiano obstaculiza el reconocimiento y garantía de nuestros derechos por parte del Estado.

En cuanto a las mujeres trans, representan un debate que aún no llega a la Federación a pesar de que a estas alturas debería ser uno de los principales espacios para deconstruir la noción tradicional de los cuerpos femeninos y la feminidad, y desde donde se exigieran soluciones a las situaciones de vulnerabilidad que viven cotidianamente.

Dicho todo esto, también debo reconocer que hay evidencias de que para que la FMC despliegue su potencial transformador basta con que exista una membresía con los deseos y la creatividad para materializarlo, como lo demuestra el caso de Placetas, en Villa Clara, donde gracias al apoyo de la Federación se ha multiplicado el impacto de grupos como Placetas LGBTI+ y Madres contra la Homofobia.

La propia Teresa Amarelle, Secretaria General de la organización, se pronunció en la Asamblea Nacional a favor del artículo 68 del Proyecto de Constitución durante los debates posteriores al proceso de consulta popular del documento.

Falta que estos ejemplos aislados, que nacen de la sensibilidad individual o de la conciencia de una lideresa en específico, se materialicen en líneas de trabajo concretas que impacten positivamente en la realidad de todas las mujeres en Cuba.

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