Incluso los espacios religiosos que se califican de “inclusivos” resultan opresivos para las personas LGBTIQ+, por eso la Iglesia de la Comunidad Metropolitana prefiere hablar de iglesias afirmativas como la meta, según explicó la teóloga y pastora de esa denominación, Elaine Saralegui Caraballo, durante el panel “Experiencias de inclusión en espacios religiosos” del taller sobre familias, derechos y activismo que celebró del 23 al 28 de septiembre el proyecto Afroatenas en Matanzas.
En el panel participaron también Alison Infante Zamora, teólogo y asesor del Movimiento Estudiantil Cristiano (MEC) y Yoelkis Torres, coordinador del proyecto anfitrión del evento y practicante de la religión yoruba, quienes debatieron ampliamente sobre la noción de “espacios religiosos inclusivos” para nuestros colectivos.
Para Saralegui, el propio concepto implica que alguien tiene el poder de abrirte la puerta de un espacio si lo decide y supone que debemos “quitarnos el traje y asimilar lo que se tiene como norma” sin hablar de nuestras vidas o familias, que debemos relegar a un espacio privado que, en última instancia, funciona como un espacio de exclusión.
Considera, al igual que Alison, que las lesbianas y los gays con liderazgos laicos u ordenados en las iglesias más abiertas, aunque se ubican en un lugar de mayor influencia en la estructura de la institución, deben plegarse a la misma normativa de silencio y resulta impensable que las personas trans, de las que no se conocen ni siquiera bautizos, accedan al ministerio ordenado.
Denunció que el escenario de inclusión propuesto, nos exige paciencia, que vayamos al mismo paso de la homofobia que reina en la institución, que aguantemos callades y avergonzades mientras nuestras necesidades son obviadas.
Por el contrario, para la pastora de la única iglesia en Cuba con un ministerio positivo hacia las personas LGBTIQ+, es preciso conformar espacios de afirmación y celebración de las vidas de cada persona pues nuestros colectivos no están dispuestos a ir al paso de la homofobia a costa de nuestro propio bienestar.
“Para que una iglesia sea afirmativa, explicó, no basta con que nos sentemos en los bancos, tenemos que hablar de nuestras vidas y mostrar nuestras familias cuando se hable de mujer, hombre y nené como único modelo”.
Añadió que esta institución debe acompañar a las personas en las luchas contra las exclusiones y en el caso de las personas trans, tienen derecho a estar, a venir con su cultura, con su espiritualidad, con todo lo que son y tienen que ser bautizadas.

La avanzada del fundamentalismo cristiano contra los derechos de las personas LGBTIQ+ y el fracaso de los espacios religiosos más abiertos hacia nuestros colectivos en la creación de un frente común ocupó otro momento relevante dentro del panel.
Al decir de la pastora de ICM en Cuba, es penoso que el fundamentalismo cristiano haya logrado ponerse de acuerdo y crear una Alianza para hacer avanzar su agenda y que las iglesias más abiertas, apoyadas en las teologías de la liberación, no logren pronunciarse sobre la inclusión de las personas LGBTIQ+.
“Es necesario hacer una declaración, que la gente entienda que quien se opone al avance de los derechos de las personas con sexualidades e identidades no hegemónicas no es “la” iglesia, porque la iglesia es muy plural y no todas son fundamentalistas”, aclaró.
El panorama es complejo, según el criterio de Alison Infante, si se tiene en cuenta que la iglesia tiene ataduras a la hora de realizar declaraciones porque representa a un pueblo, a una determinada cantidad de miembros y de una comunidad a la otra, dentro de una misma denominación, pueden haber diferencias abismales.
Para el teólogo, las organizaciones ecuménicas como el Movimiento Estudiantil Cristiano (MEC) tienen más libertad que las iglesias porque no precisan consultas tan rigurosas para la toma de decisiones. No obstante, reconoció que desde abordaron la homosexualidad en su primer taller de formación de líderes en el año 2002, los eventos sobre la diversidad sexual generan reacciones recelosas por algunas de las iglesias que están representadas por sus jóvenes en el movimiento.
Alison entiende que la posición de las iglesias no fundamentalistas aunque tampoco afirmativas resulta demasiado “tibia” para ICM y, a la vez, demasiado radical para las denominaciones más conservadoras.
Aseguró que para la mayoría ICM va a un ritmo que no todo el mundo es capaz de seguir, pero al mismo tiempo reconoce que los cambios en la historia precisan de posicionamientos radicales y “esa comunidad ha cargado una responsabilidad muy grande y es decir lo que piensa, radicalmente”.
En el caso de las religiones cubanas de origen africano, Yoelkis Torres se refirió a la existencia de prácticas discriminatorias respecto a las personas LGBTIQ+ y al hecho de que los niveles de aprobación que se han alcanzado aún se reducen a “lo aceptamos pero no lo visualizamos, eso es para las cuatro paredes”, por lo que aún queda mucho por avanzar en ese sentido.
Con este panel concluyeron los espacios teóricos del Taller de Formación de capacidades para el ejercicio de la ciudadanía: “Familias, derechos y activismo LGBTIQ+”, que durante la semana pasada reunió en Matanzas a activistas de diferentes colectivos que trabajan en Cuba por el avance de los derechos humanos de las personas con sexualidades e identidades no hegemónicas.
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