Salir del clóset es un proceso diferente para cada persona: no suele ser fácil, no lo hacemos solo una vez, ni es justo que tengamos que hacerlo. Luchemos por un mundo sin clósets y en lo que ese día llega, aprovechamos este 11 de Octubre: Día Internacional de la Salida del Clóset, para promover la importancia de defender quienes somos y apoyarnos en ese camino.
Hoy les traemos el testimonio de cuatro amigues sobre algunos de los momentos más complejos e inesperados de sus salidas. Esperamos que sus historias les sirvan como inspiración si aún estás “adentro” –por la razón que sea, hay muchas y son válidas– o como un motivo para celebrar esta fecha tan importante para nuestros colectivos.
Iracema Díaz / 23 años / Ciego de Ávila (BISEXUAL)
La salida más dura
La salida del clóset más dura fue con el padre de mi mejor amiga. Estábamos siempre juntas y cuando ella falleció las relaciones familiares continuaron, yo pasaba mucho tiempo en su casa. Todo parecía estar bien, creí que aceptaban mis preferencias. Un día regresábamos de un viaje mi familia, él y su esposa, compartíamos la parte trasera de la camioneta. Él había bebido un poco y la conversación comenzó porque me vio besando a un chico, luego de que rompí con con mi novia.
Intentó hacerme ver “cómo era realmente la vida”, la forma que debía guardarse ante la sociedad. Insinuó que debía estar con un hombre y ocultar el resto, hacer las cosas “según las normas de la sociedad”.
Según él todos llevan una doble vida y eso no está mal, mal estaba yo. Ese fue como el primer momento en el que hablamos del tema y fue duro porque lo tenía como a alguien de mi familia. Era una parte importante para mí y no me esperaba esa reacción. Lloré mucho, me mantuve en silencio todo el camino, y me alejé de él con el tiempo. ¡Y jamás tomé su consejo!
La que tuvo resultados inesperados
La salida más inesperada fue en cuerpo de guardia, llegué con un dolor abdominal muy fuerte, mi mamá me acompañaba, casi no podía hablar, el médico de guardia me remitió con el ginecólogo enseguida. Creía que era un embarazo ectópico, yo aseguraba que no era así, pero no sabía cómo explicar que mi última pareja era una mujer y no un hombre. No me salían las palabras, comenzaba la oración y no podía terminarla.
Finalmente fue mi mamá quien se lo comentó al doctor que se sorprendió mucho. Hubo silencio porque el médico se quedó como en shock. ¡Se puso muy nervioso y sonreía mucho! Era joven, nos miraba como dudando y quizás hasta pensó que era una broma al inicio. Lo único que le faltó fue preguntar “¿En serio?” 🤭
Lisney Romero / 26 años / Guantánamo (LESBIANA)
La que tuvo resultados inesperados
La salida que yo pensé que iba a ser la más difícil fue con mi papá. Mi primera pareja era mujer y negra, y mi papá, viviendo en Guantánamo era racista y homofóbico. No sabía cómo iban a ser las cosas. Pensé que se me iba a colgar en el patio de la casa, que le iba a dar algo, que me iba a botar de la casa o a dar golpes, y para nada.
Nosotras primero empezamos a andar como amigas y él nunca dijo nada, aunque al principio estaba un poco renuente. Hasta que la vio vestida de estomatóloga. Desde ese día, de la nada, mi papá empezó a fumar con ella, y tomaban ron juntos y cocinaban cerdo asado juntos. Andaban juntos pa’ arriba y pa’ abajo.
Se dio cuenta que éramos novias porque el día de su cumpleaños, un 20 de abril, yo se la senté en la sala de la casa, donde estaban sus amistades de hacía años, compartiendo con él cervecita y machito asao.
Ese día me demostró que él estaba de acuerdo con lo de nosotras porque recuerdo que mi hermano llevó a su novia también y como ella era muy grande, alguien dijo eso de “Caballo grande, ande o no ande”, y otra persona mencionó que “los peores venenos vienen en frascos pequeños” y mi papá le respondió señalando a mi novia: “y los mejores perfumes también”.
La salida más dura
Sin embargo, mi mamá, que siempre había sido un poquito de mente más abierta, cuando se empezó a dar cuenta de las cosas, me dijo que eso era una etapa, que se me iba a quitar, que yo siempre había tenido novio y que eso era una cochiná. Entonces tomó la actitud de contarle a todo el mundo que yo era lesbiana.
Todavía le sigue contando a todo el mundo que yo soy lesbiana porque dice que la gente le va a dejar de hablar y que no van a querer andar con ella y que los maridos que ella tenga no van a querer estar con ella. Todavía subo fotos con Lua, mi novia, y me llama para decirme que eso es para la intimidad, no para las redes sociales.
Tropicana / 46 años / La Habana (MUJER TRANS)
La salida más dura
Lo más duro o doloroso para mí… Yo nunca tuve una salida del clóset. ¡A mí se me notaba tanto, se me veía venir tanto cómo yo iba a ser! Cada vez más femenina, que no tuve que salir del clóset, ya todo el mundo lo veía venir.
Yo vivía con mis abuelos, eran mi vida, eran mis padres porque yo no tenia una relación de madre y padre con mis padres. Lo más doloroso fue que un día mis abuelos me recogieron todas mis cosas. Estoy hablando de principios de los 80, donde se miraban las cosas desde un punto de vista tan diferente y ser homosexual en aquel tiempo era lo peor.
Mi abuelo tenia su reputación: era del Partido, de la policía, trabajaba en una unidad. Cuando se me notó tanto mis abuelos me recogieron todas mis cosas y me dijeron “vamos”, me entregaron en casa de mi mamá, me botaron de la casa, me dijeron que me olvidara de ellos para toda la vida… mis padres, lo que yo conocía como mis padres. Acababa de perder mis padres y no sabía ni por qué. Yo era un niño, tenía 11 años.
La que tuvo resultados inesperados
El resultado más inesperado fue que en el momento en que mis abuelos me entregaron a mi madre, con la que yo no tenia esa relación de hijo y madre, que ni me gustaba ir a su casa.
Mi padre en ese momento dijo: “él se va ahora mismo para la calle, yo no quiero un hijo maricón”. Y mi madre dijo: “no, no es así, tú te vas con tus padres ahora mismo y yo me quedo con mis tres hijos, él no se va para la calle”.
Para mí fue tan inesperada la reacción que tuvo mi madre, que desde ese día se convirtió en el ser más importante de mi vida.
Eduardo Pino González / 50 años / Ciego de Ávila (GAY)
La más dura
Mi salida del clóset más difícil fue con mi tío. Fui criado por mi abuela y mi tío, en un lugar muy humilde. Él se ocupaba de suplir mis necesidades y, aunque mis padres también lo hacían, él tenía un alto grado de responsabilidad. Cuando dije en mi casa que era gay no hubo problemas, salvo con él y mi padre. Dos hombres que vieron lastimadas su hombría y sobre todo mi tío porque se cuestionaba el tipo de crianza que me había dado.
Fue una salida difícil, pero mucho más ha sido el camino. Mi tío hasta el día de hoy no me habla, no me saluda ni siquiera me mira a la cara. Cuando coincidimos en reuniones familiares busca estar alejado de mí y, desde entonces, casi siempre se retira temprano.
¡La mejor parte!
Desde que salí del clóset no tuve miedo a decir lo que realmente sentía. Siempre me gustó escribir y pude realizarme como escritor desde los temas que me interesaban. Desde entonces escribo poemas a hombres, amantes y no tengo que nombrarlos “amigos”, mucho menos esconder mi literatura homoerótica.
Yo me reconozco como un hombre homosexual y es eso de lo que narro, de lo que escribo en mis libros. Tanto en la literatura para adultos como en la infantil he querido realzar la vida de personas como yo, sus historias, sus venturas, alegrías, desgracias. He escrito de lo que quiero.
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