Una familia que ama y salva como las demás

,

La actualización del Código de las Familias ocupa los pensamientos de muchísimas personas, sobre todo de las personas LGBTIQ+, que esperamos con ansiedad el momento de concretar el reconocimiento de nuestras familias y el disfrute de nuestros derechos.

En medio de un proceso tan relevante para nuestras vidas es imprescindible visibilizar la forma en que se configuran nuestras familias, y también las necesidades que tienen. Es por eso que me acerqué a mi colega camagüeyano Gilberto Lázaro Domínguez Díaz, quien es psicólogo del grupo básico de trabajo GBT, profesor asistente en la docencia de postgrado, y además atiende la consulta de sexualidad en el área de salud de Senado, en el municipio Minas.

Gilberto es de esas personas sencillas y sabias con las que quieres sentarte a tomar un café cuando lo conoces, y después quieres hacerlo cada día. Es de esos hombres que te confirman que la ternura es un signo de enorme fuerza. Está enamorado de la vida, de su profesión y de su familia. Cualquier conversación sobre este tema comienza por la paternidad, con la llegada de su hija.

«Siempre supe que iba a tener un hijo o una hija, pues me gusta la ternura y alegría sana que transmiten los niños y las niñas. Cuando conocí a Idalmis, la madre de mi hija, fue cuando pensé más en serio en tener hijos, y a ella, a pesar que no le agradó mucho la idea por los tiempos que corrían en esa época –período especial en sus inicios, dificultades económicas y los dos recién graduados– terminó por gustarle la idea. Y así Anabel llegó a nuestras vidas, “como una gota de rocío”.

Nunca tuve predilección porque fuese hembra o varón, por azul o rozado, lo que quería tener era un ser tierno, al que darle amor y mi vida. Ella llegó a alegramos y mejorarnos como seres humanos. En su crianza tuvieron una parte importante mis padres, que fueron, más que abuelos, sus cómplices en todos sus ocurrencias y gustos.

Luego vino la separación, pero Idalmis y yo hemos ido evolucionando de una forma tan natural, que más que expareja, somos como hermanos. Tenía entonces 24 años, hoy tengo 49 y parece que fue ayer.

Sí hemos pasado por momentos tristes y por todos los ciclos naturales que tiene una familia, más los que se agregan, que en ocasiones son muy difíciles, pero de todos hemos salido con experiencias y agradecidos a Dios por tenernos. Ella siempre es mi motivo para seguir, mi responsabilidad y mi niña eterna. Ella me hizo más grande, más maduro, más yo.»

La separación de los padres siempre es un momento difícil para las familias ¿Cómo vivió este proceso tu familia? ¿Cómo influyó en la relación entre tu hija y tú?

» Después de la separación pasó un buen tiempo para iniciar mi nueva y actual relación. En esa época Idalmis se fue para la casa del padre, en Camagüey provincia, a unos cuantos kilómetros de mi municipio. Por problemas de convivencia y confort no se llevó la niña, que quedó al cuidado mío y de mis padres.

Desde allí y hasta el inicio de su prescolar pasaron muchas cosas, la mayoría buenas, pero que sería casi imposible describir por aquí. Solo no dejar de decir que siempre estuve y estoy en su vida, estudios, experiencia y logros, tratando de que vuele por ella misma.»

Comenzar una nueva relación de pareja e introducirla a la familia, fundamentalmente a les hijes, es un proceso diferente en cada caso, sin embargo, cuando la nueva pareja es alguien del mismo género, sin dudas el desafío es mayor…

«En esta época llega a mi vida mi hombre, mi Yoendry. La niña lo conoció aún muy pequeña y desde el inicio existió entre ellos una familiaridad espectacular.

Él no vivió con nosotros cuando la niña estaba en prescolar, esa etapa me tocó con la ayuda de mis padres, después la madre regresó, un poco cerca de donde vivimos. Ya cuando pasa un tiempo, casi a la mitad de la primaria, Yoendry vino a vivir con nosotros acá.

Quizás existieron temores de que la niña no fuera a entender, porque hay un bombardeo de información de que una pareja es un hombre y una mujer, pero todo fue fluyendo bien. Cuando vimos cómo maduró en esa etapa del pre universitario, porque fue muy madura, y también tenía amistades gays y lesbianas, todo fue fácil, no hubo que explicar nada, cuando vinimos a ver estábamos conversando de cómo nosotros [Yoendry y yo] nos conocimos.

Él siempre ha sido un padre preocupado, tierno, y en ocasiones más exigente que yo cuando ha tenido que serlo, aunque casi nunca, pues ella siempre ha sido responsable y también una guía para nosotros.

Fue muy fácil, no hubo que decir, ni explicar. El amor y la hermosa relación de él, ella y yo, hablaron solos por nosotros. Con mis padres fue mucho antes y sí un poco más difícil, pero el amor y la bella relación entre padres e hijos habló más. Me ayudó mucho que mi familia nunca fue ni racista, ni homofóbica, ni cruel.

Antes de que Yoendry llegara a nuestras vidas, conversé con ellos. Sí fue difícil decirles a mis padres, pues yo venía de relaciones heterosexuales y decir que “ahora me gustan los hombres” … bueno, es fuerte.

Ellos hicieron un silencio, se miraron, mi mamá lloró, y me padre me dijo: “usted nunca va dejar de ser nuestro hijo”. Y así fue hasta que la vida me los quitó. Ellos fueron maravillosos conmigo, mi hija y mi pareja. Parecían más padres de Yoendry, que míos. Se estableció una relación tan linda, que yo la disfrutaba mucho y aún recordando la disfruto. Y no solo en los buenos momentos, también hasta el final de sus vidas él ha estado y los ha acompañado y despedido. Cuando mi madre agravó y murió, él estaba cumpliendo misión en Venezuela, pero hasta que logró venir, estuvo pendiente de todo y todos. Actualmente está de misión en Qatar y es igual, al tanto de todos y nuestro bienestar.

Mi relación llegó a mi vida para hacerme un hombre más fuerte, trajo a mi familia tantas cosas espirituales, que tampoco me alcanzaría el tiempo para describir. Muchas veces pensamos qué hubiese sido de nosotros si las familias y la sociedad no nos hubiera aceptado como lo ha hecho, y te digo que hubiésemos luchado, pero estoy seguro y lo seguiré diciendo, de que el amor y el respeto se han impuesto, de que han llegado a todos, por eso el esfuerzo no ha sido mayor que en otro tipo de relación. Simplemente ha sido natural, que es como vemos nuestra relación, dos hombres que se aman y los demás lo saben y punto.»

¿Qué dirías de la actualización del Código de las Familias? ¿Han pensado en casarse? ¿El no poder casarse ha impuesto alguna limitación a sus vidas?

«Recuerda que vengo de una relación heterosexual, hubo una separación, una ruptura, con todo lo que conlleva, y pasó un tiempo y descubrí que en una relación entre hombres también hay amor, también hay felicidad, hay placer, [descubrí] que de ella surge también familia.

Quizás hemos corrido con suerte. En el lugar donde vivimos, a pesar de que es campo, no hay personas tan crueles, nos hemos sentido acogidos. Incluso han existido iglesias que han tenido acercamientos con nosotros, acercamiento y respeto, eso me llamó la atención. Por ejemplo, los Testigos de Jehová nos han convidado a sus cultos, con los evangélicos hemos tenido ciertas relaciones, siempre sobre la base del respeto. Sortear burlas, ese tipo de problemas que otras familias han pasado, no los hemos vivido.

Foto cortesía del entrevistado

Sin embargo, necesitamos un nuevo Código de las Familias, y sí nos sentimos afectados. Si nosotros vivimos, luchamos, amamos, hacemos por este país, ¿por qué no vamos a tener los mismos derechos? Nosotros queremos casarnos, llevamos 23 años en los que no hemos necesitado el matrimonio para amarnos, pero sí queremos hacerlo por muchos motivos.

Te pongo un ejemplo: cuando se hacen los expedientes de los colaboradores que van a misiones internacionalistas, tienen que poner el hogar dónde vive, y quiénes son las personas, la familia. Con la que atendía colaboración, que sabe que somos pareja, Yoendry y yo nos quedamos mirándonos ante esas preguntas, y tuvimos que inventar. Dijimos que éramos “amigos”, y en realidad somos amigos, somos cómplices, pero somos mucho más que todo eso, somos pareja y no “amigos”.

Entonces, no podíamos poner nada allí, ni esposo, ni pareja, porque no lo permitían, ya venían dadas las opciones. ¿Por qué no podemos estar casados? ¿Por qué nuestra unión no se podía plasmar allí? Es necesario el matrimonio para todas las personas, y está dentro del gran paquete que es el Código de las Familias, pero realmente pienso que es un derecho por el cual no teníamos que votar, nadie tendría que decidir si lo tengo o no.»

¿Entonces tanto tú cómo Yoendry trabajan en el sector de la salud?

«En los momentos en que te escribo me encuentro solo en mi casa y así estaré por muchos días. Mi hija Anabel acaba de graduarse de Medicina, y desde antes estuvo apoyando en un centro de aislamiento, en el municipio Minas, con pacientes sospechosos de COVID-19 en espera de confirmación del PCR. Ya está ubicada en un consultorio médico de la familia atendiendo a una gran población, trabajando y evolucionando todo el tiempo.

Al otro lado del mundo, mi pareja, Yoendry, está en Doha Qatar como parte de la Brigada Henry Reeve, en un hospital cubano de campaña, en la línea roja, con intensas jornadas de trabajo. Yo, desde la comunidad y el policlínico, estoy apoyando en todo lo que se relaciona con la pandemia.

Esto que te describo es una verdad que se repite en muchas familias y hogares de nuestra isla. No somos una familia diferente, somos sentimientos, amamos, luchamos, defendemos, salvamos y vivimos como los demás. No sólo Anabel creció, crecimos todos y juntos, pues todos necesitamos de los demás.

Ahora que mis dos grandes amores están lejos y en riesgo, tengo mucho miedo por ellos, los extraño, los recuerdo y sueño con tenerlos y abrazarlos. Cuando digo “nosotros”, digo “familia”, esa es nuestra fuerza, esa es nuestra verdad, en la palabra familia está la clave, pues de ella se desprende el amor y el respeto.»

¿Qué aconsejarías a los padres y madres con identidades sexuales y de género disidentes de la norma cisheterosexual para sortear las dificultades que imponen los prejuicios?

«Cada vez que veo, siento o me hablan de un algún prejuicio, es que me acuerdo de la miseria humana. Quizás quede un poco fuerte, pero es real. Y que nosotros tengamos una familia libre de esos virus que también matan, no quiere decir que otros no estén pasándolo bien difícil.

A los padres y madres con parejas como nosotros [les digo que] hay algo que desde que nos unimos y decidimos este hermoso camino juntos está presente: el amor. Con él los prejuicios no valen, no pesan, no sirven. El amor es capaz de curar e incluso de prevenir cualquier malestar que algunos infelices y crueles puedan intentar provocar.

A veces nuestra felicidad es causa de malestar para aquellos que no quieren entender que tenemos derechos, por eso no debemos cansarnos de educar a nuestros hijos hoy más que nunca, con amor y respeto, e incluso a aquellos que no nos entienden y se creen mejores.

Luchar contra el miedo, abrazar el amor y recargarse de fe, esa es la clave para educar a nuestros hijos y alimentar nuestras familias. Quizás me falte mucho para ser ese padre modelo, aunque no persigo premios, me falta por hacer. Ya el premio lo obtuve en 1996 cuando nació mi Anabel, y no solo un premio, también un compromiso que tendré hasta después de irme.

Supe también cuando llegó Yoendry que la felicidad, el amor y el placer te llegan cuando menos lo esperas y que debes cuidarlos todos los días, y que de ellos surge un “nosotros”, una “familia”. En este tiempo me ha sido agradable y nostálgico recordar, y con esta entrevista espero poder ayudar, aunque sea un poco, pues creo que es una forma más de seguir luchando.»

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Crea un sitio web o blog en WordPress.com

Subir ↑

A %d blogueros les gusta esto: