Fotos por Néster Núñez
El 14 de febrero, en medio de la contienda que desarrollan un grupo de iglesias conservadoras contra la ampliación de derechos para las personas LGBTIQ+ en el nuevo Código de las Familias, se celebró en la Iglesia de la Comunidad Metropolitana de Matanzas el matrimonio entre Jenifer Dueñas y Yordanis Contreras.
Jenifer es una mujer trans “nacida y criada” en Matanzas, activista de la red Transcuba, y que podemos encontrar en cualquiera de las actividades por los derechos de las personas LGBTIQ+ que se realizan en la ciudad. Yordanis se mudó desde Granma hace algunos años, trabaja en la construcción, y junto a Jenifer, ahora ondea la bandera azul y rosa por los derechos de las personas trans.
Ella cuenta que el comienzo de su relación “fue algo gracioso porque fue a raíz de que él se embriagó en Las Ruinas y junto a algunas amistades lo socorrí, lo llevamos a su casa, y cuando él fue darme las gracias fue que empezó todo”. También explica que casarse es un sueño que siempre tuvo y que cuando lo conoció quiso cumplirlo con él.
Durante la entrevista, apenas unos días después de la boda, Yordanis, que es de pocas palabras, sonríe con el relato que hace Jenifer y la mira con la misma ternura que muchas personas notaron en las fotos de la boda que inundaron las redes sociales. “Yo también quería casarme”, me dice con su estilo directo y un poco tímido.

Escogieron el día del amor y la amistad para casarse porque es un día de celebración, y sin dudas esta boda estaba llena hasta los topes de alegría. En una sociedad en que las personas trans sufren la incomprensión y el rechazo de la familia de origen con frecuencia, la novia llegó al altar acompañada de su mamá, Julia, y de su tía Salomé, quien es una persona trans y un ícono para la comunidad de la ciudad.
“Mi familia reaccionó de maravilla. Pudieron asistir mi mamá y mi tía paterna, mi papá es fallecido. Mi hermana y mi abuelita no pudieron asistir, en el caso de mi abuelita porque tiene 80 años, vive en Peñas Altas, y el transporte de ida y vuelta a esa hora es muy malo”, explica Jenifer.
Para ella ha sido muy significativo contar con otra persona trans en la familia: “Mi tía Salomé ha sido mi mayor enseñanza, mi escuela, quien me aconsejaba, y al no tener a mi padre desde los 15 años fue mi otra figura materna y paterna, las dos cosas. Junto a mi mamá, han sido las que me han ido aconsejando y educando. Yo no practico transformismo, pero gracias a ella he aprendido mucho sobre el espectáculo, sobre los escenarios, porque la ayudo en sus peñas. Ella me aconseja sobre temas de identidad de género porque tiene más experiencia. Sufrió mucha discriminación, incluso sufrió prisión por su identidad de género”.

Julia, la madre, explica que la maternidad implica acompañar tanto los momentos buenos, como los malos y regulares. “Qué mejor momento que ese día para acompañarla y hacerla feliz. Yo me sentí muy feliz de participar y apoyarla en todo.” Y agrega que “tener un familiar trans no es ningún impedimento. Yo entiendo que la familia que tenga una hija o un hijo trans debería ayudarlo, apoyarlo, no rechazarlo, no virarle la espalda, porque ellos necesitan el amor y la unión de su familia.”
Sobre la familia del novio Jenifer explica que “reaccionó como yo no esperaba. La hermana de Yordanis, Yordanka, vino a visitarlo y a conocerme después de la boda, ella habló con los padres de Granma, vieron las fotos, y lo han tomado muy bien.” Yordanis, por su parte, asegura que: “mi hermano no pudo venir por el trabajo, y mi otra familia vive muy lejos. Mi tía de aquí de Matanzas fue a la boda, fue la madrina.”

La boda recibió amplia cobertura de los medios alternativos cubanos, y también la violencia de personas conservadoras. “Fueron miles de comentarios en contra, en las publicaciones y al privado también”, cuenta Yordanis, pero Jenifer prefirió ignorar esas violencias: “El cómo piense la sociedad no me puede afectar, porque nosotras [las mujeres trans] estamos ya preparadas para eso, para los cometarios.” Por suerte también recibieron apoyo, y asegura que fueron muchos los mensajes positivos y llenos de afecto.
En la página de Facebook de nuestra revista comprobamos que la mayoría de los comentarios negativos atacaban no solo a la pareja, sino también a la iglesia que ofició la ceremonia. Y es que si tratan de detener el matrimonio igualitario en el nuevo Código de las Familias con todas sus capacidades, aun cuando no implica ni obliga a las iglesias a participar, el hecho de que una iglesia reconozca y afirme el amor de una pareja no cishétero, uniéndola en matrimonio, les resulta intolerable.
La Reverenda Elaine Saralegui, quien ofició el matrimonio, cuenta que ICM en Cuba se esfuerza por ser un lugar donde todas las personas que lo deseen tengan un espacio. “Nuestra iglesia tiene la misión de ser luz para la sociedad, mostrando una Divinidad y una comunidad, amorosas y coloridas. Hemos recibido mucha violencia por parte de espiritualidades y teologías tóxicas, alejadas del mensaje de Jesucristo, pero creemos fervientemente que la Divinidad nos cuida y nos bendice de manera especial.”
“Las personas piensan que les vamos exigir miles de requisitos, pero creemos que en un contexto en el que ni el Estado ni otras denominaciones reconocen nuestras filiaciones, entonces la Divinidad y nuestra iglesia, que son radicalmente inclusivas, deben facilitar el camino y recibirles, bendecirles y celebrarles”, subraya.
Al decir de Jenifer, llegaron a ICM porque ella sabía que la “iban a recibir como lo hicieron, con los brazos abier- tos”. Agrega que “ya que no está permitido legalmente, quise hacerlo de este modo, todo el mundo puso su granito de arena y fue maravilloso”.

En Cuba aún no es posible el matrimonio para las parejas fuera de la norma heterosexual. Nuestra comunidad espera la aprobación de un nuevo Código de las Familias, que será sometido a referendo popular el próximo septiembre. Sin embargo, aunque la aprobación del matrimonio igualitario abriría la puerta a todo tipo de parejas -para mayores de 18 años-, y eso en teoría posibilitaría el acceso de Jenifer y Yordanis al matrimonio como figura legal, Jenifer tendría que hacerlo sin el reconoci- miento de su identidad de género, puesto que en Cuba solo las personas trans que han tenido una cirugía de adecuación genital como parte de su proceso de transición pueden acceder al reconocimiento de su identidad.
“[Las personas trans] no nos sentimos igualmente identificadas con el nuevo Código de las Familias, sin una ley de identidad de género no tenemos los mismos derechos”. Ella explica que el matrimonio legalmente recono- cido está dentro de sus “sueños por cumplir”, pero que le gustaría poder hacerlo con su identidad. “Me parce lo justo, poder identificarnos como somos”. Para Yordanis tampoco lleva discusión: “creo lo mismo, debe ser con su identidad.”

Luego de la aprobación de un Código de las Familias inclusivo, coherente con la Carta Magna, aún tenemos un largo camino que recorrer en Cuba para garantizar que el amor sea reconocido en todos sus formas. También las iglesias cubanas tienen pendiente garantizar espacios afirmativos y seguros para las personas LGBTIQ+. Mientras tanto, el amor anda libre y toca todas las puertas, la tarea urgente es abrirlas ya.

Deja una respuesta