Como ser aliade y no fallar en el intento

Ilustración por Alejandro Cuervo Vigoa

¿Hasta cuándo el decirse aliade pero molestarse cuando se le señala algo? ¿Hasta cuándo el «esas no son formas», como si hubiera que pedir por favor que apoyen la causa y aceptar cualquier migaja? Me niego rotundamente a estar, parafraseando al poeta, «agradecida como una perra».

Confieso que antes no me fijaba en estas cosas. No era consciente. El poco tiempo que llevo como activista, sin embargo, me ha hecho reconocer patrones en el comportamiento de personas que se dicen aliadas, pero casi no lo parecen. Usualmente se ofenden y lo toman como algo personal si alguien desde el activismo les señala una falta, un prejuicio, una omisión o lo que sea. Si están en alguna posición de poder político o social –no confundir con privilegios, que de estos a veces no se tiene conciencia–, es incluso peor la reacción. Es como si sintieran que debemos ser una especie de “groupies” y adorarles como a estrellas de rock a cambio de que nos firmen la camiseta o nos feliciten por el cumpleaños en un concierto.

Me niego a hacerlo. Sería aceptar que soy inferior y no lo soy.

Por otra parte, no me hacen un favor, son mis derechos. Verme representada en los medios como persona LGBTIQ+, dicho sea de paso, también es mi derecho. Más allá de la Constitución, que nos ampara, en este país los medios son públicos, subvencionados por el Estado y, por tanto, se benefician de mi contribución al presupuesto. Con los cargos públicos pasa igual.

Decir que se es aliade de una causa no es suficiente. No nos sirve absolutamente de nada que a usted le parezca que merecemos derechos o que nuestro amor no es menos. Poco hacemos con su “yo no tengo prejuicios” o su “yo les apoyo” de dientes para afuera. Y no, si no me parecen buenes aliades, no me lo parecen y punto. Revisarse es lo que deberían, que yo también lo hago cuando me señalan algo. Es el primero de los requisitos para ser aliade: escuchar. Usted puede leer e instruirse por miles de vías y con los materiales adecuados, si no escucha a las personas que dice apoyar, nada ha hecho. La voluntad política se demuestra con hechos, no con palabras. No con frases vacías, ni con “corrección política”. Necesitamos que tengan menos ego y más humildad.

Escuchar a la otra persona y reconocer los errores propios es un excelente ejercicio de mejoramiento humano que deberían practicar más quienes dicen apoyarnos y ocupan cargos públicos, cuyos sueldos son pagados por la ciudadanía que acaba sufriendo las faltas que cometen. Ciudadanía a la que también pertenecemos las personas LGBTIQ, como ya dije, aunque algunes piensen que siempre hemos estado «debajo en el marcador, y eso hay que aceptarlo».

Y digo más.

¿Quiere realmente ayudar? No se quede en la actitud pasiva de quien mira desde afuera. Involúcrese. Tome partido. «Embárrese» las manos. Asuma riesgos. Luche como si fueran sus propios derechos y usted fuera la persona vulnerada. Demuestre que le importa, que quiere ayudar y que quiere vencer sus prejuicios. Deje de creer que le señalamos cosas desde una supuesta superioridad moral y que queremos humillarle o lincharle, porque no es el caso.

Tampoco se “robe el show”, ni instrumentalice nuestras luchas, ni apele al tokenismo. Llegue, pero no se pase.

¿No se le ocurren maneras? Le menciono algunas.

¿Es docente? Además de no hacerlo usted, no permita bromas, acoso o violencia en su presencia, por ningún motivo. Haga uso de la admiración que despierta en sus estudiantes, o de la autoridad que tiene, para incluir y sensibilizar. Use los pronombres adecuados y pregunte si no los conoce.

¿Es periodista? Visibilice. Promueva historias que muestren la diversidad. No espere a que le lleguen como por arte de magia porque muchas veces el problema es que les miembres de la comunidad LGBTIQ+ no quieren exponerse a una decepción o un rechazo más. Tenga en cuenta que la invisibilización es la norma y une se cansa de pedir lo mismo y recibir portazos o “largas”. Vaya y pregunte. Ponga interés. Usar lenguaje inclusivo sería un plus, pero, si es demasiado para usted porque no se ha desprendido de la RAE, lea de nuevo esta oración.

¿Tiene un cargo? Aplique lo dicho para docentes. ¿Prepara una actividad en el trabajo? Asegúrese de incluir a las parejas de las personas LGBTIQ+ como lo haría con las parejas del resto del colectivo.

¿Tiene algún alcance político? Pregunte qué puede hacer desde su puesto. Escuche los reclamos, las quejas, las preocupaciones, los problemas de quienes dice apoyar. Abogue abiertamente por políticas a favor de la comunidad LGBTIQ+. Asista a nuestros eventos y muéstrelo. Es importante.

¡¿Ah, que ninguno de estos es su caso?!

No importa. Hay mucho todavía que puede hacer. Repito: Incluya, edúquese, pregunte, acompañe, ayude, visibilice, respete y, por favor, no se lo tome personal si le dicen que todavía le falta e intente mejorar. Pero, sobre todo, ¡involúcrese! No espere a que se le pida. Evidentemente le necesitamos, pero también tenemos dignidad.

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